Yo salí un día de mi casa.
Y pasaron cosas. Me morí de sueño durante la espera del viaje a
Roma, durante el propio viaje a Roma, en la espera del viaje a
Tokio, durante el viaje (niños llorones para amenizar todas las
horas de vuelo) y en el tren a Kioto.
Y al fin estoy aquí. Hemos
llegado, hemos dejado las cosas en la habitación, hemos ido a
devorar y en breve dormiré todo lo que no he dormido en este tiempo.
Mi entrada es así de sosa porque solo sirve para haceros saber que
sigo viva. Y ni siquiera tengo internet en condiciones para poder
actualizar. Así que me temo que habrá que esperar a mi regreso para
saber si he aniquilado a alguien o no.
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Bueno, aquí he conseguido internet. Son las doce y media, llevo durmiendo desde las seis y media de la tarde. Ahora cenaré algo y volveré a dormir.
Os cuento mientras la gente va a por cosas para devorar.
Aún no puedo subir fotos porque las tiene un amigo. Pero el sitio es genial.El personal muy amable, las camas-futones muy cómodas y todo muy bonito.
El viaje fue el horror. Dos niños berreando durante doce horas enteras. El terror. Luego en Narita todo fue sencillo, cambiar el JRPass, reservar asientos para el tren a Kioto y esas cosas de humanos. Por el camino vimos el Fuji, así todo con cara montañosa, campos de arroz, campos de arroz y más campos de arroz. Una vez en Kioto todo genial. El chico que nos atendió (que habla inglés) nos ofreció una guía que tienen con absolutamente todo lo que podemos necesitar. Desde sitios para comer barato a sitios para visitar, cómo pillar los buses, dónde están los seven eleven, correos, qué buses hay que pillar para ir a templos, etc.
Hablando de templos. A las cinco están casi todos cerrados. Aunque ayer encontramos que el Higashi no sé cuánto ( que nadie pretenda que me acuerde ahora) que cerraba a las cinco y media. Guay, media hora para entrar (por cierto, dimos el rodeo más idiota del universo, patentado desde ya). Nos quitamos los zapatos para entrar, todo muy bien, precioso, vamos a ir al interior... y empiezan a cerrar las puertas. En realidad es normal, generalmente la última admisión es media hora antes del cierre. Pero jo, nuestra admisión sirvió para ver cómo nos cerraban las puertas y empezaban a hacer gestos de forma impaciente para que nos largáramos (aquí la gente no tiene término medio, o es lo más amable del mundo o no son más bordes porque no han entrenado).
Tampoco fue una gran lástima, porque no pensábamos ir (nos lo topamos de camino) ya que estábamos taaaaaaaaaaan muertos que no había manera ni de disfrutar lo que se veía.
Ah, antes de eso devoramos, claro. Estaban casi todos los restaurantes cerrados (eran sobre las tres de la tarde) así que nos fuimos hacia la estación. Muy cerca hay un centro comercial (o algo parecido) llamado Porta (lo cual es muy gracioso para los catalanes, claro). Allí dudamos entre millones de sitios para comer, pero al final encontramos uno en el que tenían hasta menú en inglés. Momento estelar de Regar preguntándose qué eran unos extraños minisobres (con mini me refiero a tamaño sello) con algo amarillo en el interior. No ponía nada reconocible así que le pregunto a la chica. Me explica todo y cuando se va, me dice la pobre pija "¿Qué era al final?". Mostaza. Sí, nuestro gran dilema era algo tan simple como eso. Pero bleh, no habíamos dormido.
No dormir tiene consecuencias terribles. Con frases como "Hay que poner la nacionalidad tal como viene en el presupuesto (pasaporte)" o "Pagando se te abren todas las piernas (puertas)".
Tras comer, como no podía ser menos, fui a un sitio de postres. Recuerdo que fotos habrá cuando mi amigo me las pase, yo no tengo cámara. Me pedí una tarta riquísima de chocolate y plátano. Oh, ya os enseñaré la foto, qué pintaaaa.
Después de eso, abandonamos el lugar (parándonos en cada máquina de bebidas que había por la calle (una cada 3 centímetros y medio) pero decepcionándonos al ver que básicamente era lo mismo en todas y nada especialmente raro (¿Quién no ha probado a estas alturas la fanta de uva?).
Lo que está muy bien es que cada bebida te indica si está caliente o fría, aunque mejor fijarse bien en el dibujo, porque Regar casi se emociona con una bebida fría con unas montañas dibujadas, una lata azul con pinta muy refrescante... pero que realmente era café. Chan chan.
Oh, volviendo a saltarme el orden lógico de las cosas. En el vuelo, por algún motivo, yo tenía "comida especial". Que durante la comida estuvo bien (tuve unos filetes muy ricos) pero en el desayuno... tuve unas tiras de pollo sobre verduras varias. Mis compañeros tenían un cruasán de chocolate. No. A ver, no es justo. Menos mal que había mil cosas más, como pan con mermelada, café, yogur raro muy rico, minibandejita con frutas... Entre eso y que cada dos por tres se pasaban a repartir galletitas dulces y saladas y bebidas varias (me puse de café y zumos hasta arriba) estuvo bastante bien. Eso sí, los que pillamos ventanilla, además de descubrir que el ala no dejaba ver nada (y la pobre Regar, que siempre tiene que liarla, descubrió que su lado de ventanilla coincidía con una parte que tenía pared y no ventana) también nos deparó una sorpresa horrible. Había un cubo metálico bajo el asiento delantero que no nos permitía estirar las piernas con comodidad.
Podría haber visto las pelis, escuchado música o hasta jugado al solitario, trivial y alguna que otra cosa que tenía la pantalla de cada asiento. Pero yo quería dormir. ¡Dormir!
Total, que sí que he dormido. Caí rendida antes que todos estos. Y ahora volveré a dormir, yeah. Después de dejar constancia de que estoy viva y de que estos han debido ser abducidos por el Seven Eleven, porque no vuelven.
Ah, casi se me olvida. Entramos en un local de Pachinko. Ruido, ruido y más ruido. Yo lo sabía, pero esta gente quería comprobarlo en persona. Y en la planta superior, una zona de arcades. Pero genial, con máquinas viejunas y otras realmente nuevas. Me flipó una de ir aporreando un círculo al ritmo de las luces que aparecían, dibujando figuras (algo tipo ouendan pero usando tus manos). Me quedé con las ganas de probar, pero estábamos todos muertos. También me acordé de Esquizombillo, no porque viese un tío bueno (que no los he visto, snif) sino porque había muchas recreativas en plan MMORPG. Que igual se queda en RPG solo, pero me resultó muy curioso que la gente fuese por ahí con su personaje luchando, entrando en ciudades y demás. Y otro que era táctico, con posibilidad de estampar unas tropas contra otras y demás.
Eso sí, Regargojana y yo éramos las únicas chicas de todo el lugar. De hecho, cuando abandonamos el local (había que bajar unas escaleras largas que conducían al exterior de la calle) y nos topábamos con algún chico, nos miraba como el que veía salir extraterrestres de su punto de reunión habitual. A ver si pillo un local de estos que tenga cosas tipo Purikura (si es que se llamaba así, a estas horas vaya usted a saber).
Y nada, ahora me volveré a dormir como persona responsable (es la una de la mañana aquí y sigo muerta).
Espero poder volver a pillar wifi buena como ahora, porque con la que hay por defecto en nuestro alojamiento me es imposible poner nada. Va leeeeento.
Pues ea, seguiré contando y a ver si mañana puedo subir fotos.
Los sobres eran arsénico!!!! Cuidado, pobres occidentales, no sabéis los horrores a los que vais a ser expuestos!!!
ResponderEliminarGloriosas algunas partes del relato ^^ Menos mal que no te acordaste de mí al escuchar niños berreando. Grande tb las emociones de la Regar xDD
Saludoss y sigue la crónicaaa
Ya veo que te lo estás pasando en grande, merluza :P Seguiré leyendo atentamente todo lo que escribas.
ResponderEliminarP.D.: ¡FOTOOOOOOS!
Qué envidiaaaaaaaaaaa (de la buena, mucha xD).
ResponderEliminarQuiero ir a recreativos gigantes de esos :babas:
Oh dios.. Fanta de Uva ;_; Era mi favorita. Lástima que solo duró un verano aquí.
Solo quería enviarte mi más profundo odio desde mi escritorio de trabajo...
ResponderEliminar- Akomander