Chan chan chaaaaaaan... ¡Me largo!

Pues sí, señoras, señores e infraseres varios. Hoy es el gran día. Esta tarde estaré montando en un avión rumbo a Barcelona. Allí me tocará pensar qué maleta me llevo, qué ropa, qué cosas y todo eso. Porque soy así de guay y dejé todo allí para no tener que pensar aquí. Aunque no es del todo cierto, porque tengo que llevarme una maleta de mano que haré en un rato de estos. Sí, soy lo contrario a la gente que se estresa y prepara todo con milenios de antelación. De algo me tiene que servir hacer viajes con una media de uno cada par de meses. Ya está interiorizado.

Aunque el nerviosismo está ahí. Hoy solo he dormido ocho horas. Ahora es cuando todo el mundo se lleva las manos a la cabeza (si tienen manos o cabeza, claro), pero para el ser marmotil que soy, ocho horas son síntoma de nerviosismo extremo e insomnio que roza lo patológico.

Mis compañeros se han preparado como el que se va a la guerra. Yo soy consciente de que Japón es un lugar civilizado en el que puedes comprar de todo (menos porno no pixelado) así que ya pillaré por ahí lo que se me olvide y necesite. Eso sí, en un ejercicio de planificación inusitada, voy a apuntar las direcciones de algunos sitios que quiero visitar (barra libre de dulces, por ejemplo). Sí, los templos y esas cosas vienen todos en mi maravillosa guía. Pero los sitios rarunos que me gustan, no. Y es que, mientras mis meloncios quieren ver cosas con mucha historia (como las piedras viejunas) yo quiero ver sitios raros. Que sí, ver templos también mola, pero cuanto te has visto siete u ocho acabas harto de tanto templo. Digo yo. Pero de las cosas raras nunca me canso.

En fin, me dejo de tochos y voy a ver si puedo dormir un rato más. Lo voy a necesitar mucho después de la que me espera luego...