Kinkajuki y okonomiyakis

Hoy fotos de internet, porque esta gente está durmiendo después de haber pateado Gion y yo estoy recenando como buena persona (aquí son las doce y media y yo me acosté sobre las cinco y media de la tarde... y sí, pienso seguir durmiendo muchas horas más, que estos  días han sido mortales).

Ayer madrugón, a poner lavadora y secadora, a pillar un paraguas de recepción (de esos transparentes, que siempre les he tenido ganas) y rumbo al Kinkakuji o pabellón dorado.

Muy bonito, aunque a nosotros nos llovió a mares.

Al templo no se puede entrar, pero se puede ver por fuera y caminar entre árboles muy bonitos, jardincillos boscosos y esas cosas.
Una excursión de Chiba iba buscando extranjeros a los que preguntarles cosas para sus clases de inglés. Nos asaltaron dos grupos diferentes, uouo. Después de las preguntas tocaba una foto con ellos, así que ahora salgo en los deberes de vete a saber qué colegio japonés. Yeah.

Después de la visita al templo, comimos algo. Esta gente estaba obsesionada con probar los okonomiyaki, una cosa que  ellos denominaban pizza japonesa pero que a mí me parecía más una tortilla con cosas. Juzgad con otra foto de internet.

A nosotros nos ponían platos enanos, que no os timen.

Otra imagen de internet que muestra el proceso de elaboración.

La gracia del sitio al que fuimos es que te tenías que preparar tú la comida, en la plancha que ocupaba la práctica totalidad de la mesa. Deseando estoy de poder contar con nuestras propias fotos y poder enseñaros nuestra torpeza.

El caso es que primero te traen un cuenco con huevo, verduras feas, cosas indefinidas y demás. Tienes que removerlo todo y cuando se hace una mezcla consistente, lo viertes en la plancha. Tres minutos de espera (con reloj de arena incluido) y después otra vuelta. Dependiendo del tipo, el tiempo de espera puede ser el doble (como en el caso de Regar, que pidió fideos en su okonomiyaki, creando algo similar al monstruo espagueti volador. El mío, por ejemplo, tenía bacon y tenía que verter la mitad de la masa, luego colocar el bacon y después la otra mitad.

El caso es que le dábamos la vuelta con unas palas, no sé cómo no salieron disparados por ahí los okonomiyakis. Bueno, en el mío acabaron un par de los fideos de Regar, pero bueno, es normal.
Después se le echaba una salsa como la del yakisoba (a ella le sabía como a esa salsa, me fiaré) y después alguitas ralladas, bonito seco también rallado y mayonesa. Yo, como soy muy rara, solo le eché la sala.

El caso es que estaba bueno. Muy bueno. Y eso que tenía verduras. Oh, blimey, Mello tomando verduras.

Tras eso, mi dolor de espalda me condujo al hostal, donde ahora mismo seguiré durmiendo. Estos melones fueron al palacio imperial (que estaba cerrado) al distrito de Gion (donde caminaron y caminaron y vieron "locales de chicas" muy raros... a saber por dónde se metieron). Y se olvidaron del pasadizo Pontocho, muy mal. Con ese nombre hay que verlo.

Y nada, mañana ellos van a Nara, pero yo quiero hacer unas cosas pendientes en Kioto. Vestirme de Maiko, ver algunos templos que me faltan y pasear por  Gion. Y ver el Fushiri Inari, que nuevamente, ignoro si se escribe así, porque todo lo digo de memoria. Es un pasadizo de puertecitas de esas rojas que os tienen que sonar. Está a un par de paradas de tren desde aquí, así que allá vamos.
Dependiendo de si me puedo vertir de Maiko o no (que son un par de horas o tres lo que dura) veré a qué sitios me puedo acercar. Me tienta perderme por la parte menos turística y explorar sitios raros. Tengo apuntado el número de bus que necesito, así que no hay problema. Y cerca de "casa" tengo que ver un par de templos más (el que nos cerró el otro día, por ejemplo).

¡Y después cambio de alojamiento! Que no había sitio para cuatro esta última noche.

Dicho esto, vuelvo a dormir. Ea.